Después de incendiar la pista del M7 con un homenaje al hardtrance, el acid y la militancia vinilera, la marca Future vuelve a la carga con una nueva cita que promete ser otro episodio inolvidable de culto a la tralla. Esta vez, el lugar elegido es el The Garage Club, una de las trincheras más queridas por el público de oídos afilados y espíritus que huyen de la normalidad. El 22 de noviembre, tres nombres serán los encargados de invocar el legado rave en clave actual: NIZ, junto a los dos residentes de la casa, Ninu BRT y Sincro.
The Garage Club: espacio de fricción, resonancia y memoria
Quien ha estado en una noche bien curada en The Garage sabe lo que se cuece. Aquí no hay espacio para florituras ni playlist precocinadas. Desde su última actualización, el sonido es crudo, físico y potente, muy potente. En este entorno—cercano, enérgico, sudoroso—Future propone un nuevo viaje sonoro de largo aliento, sin algoritmos ni filtros: pura selección analógica, tensión rave y construcción narrativa que nos llevará a los early 2000’s donde las noches eran más ritual comunitario que escaparate digital.

NIZ: pulsión techno, trance infeccioso
En cabeza de cartel, 🔎NIZ llega con el aura de quien ha sabido desarrollar una voz propia en un contexto sobresaturado de clones. Su sonido puede serlo todo, por su versatilidad y su biblioteca sináptica tras años dedicada a la electrónica. Desde amalgamas hipnóticas y ácidas hasta un trance industrial que se estiran hasta lo onírico y físico. No es casualidad que sus sets hayan resonado tanto en salas como Razzmatazz, festivales como Aquasella o plataformas como HÖR Berlín, por solo comentar un reducido porcentaje de su palmarés. Para Future, contar con NIZ es una apuesta por el presente: juventud que conoce la tradición, ruptura de la norma como solo aquellos que la conocen al dedillo tras años de masterización a través de estudio y práctica.

Además, queremos destacar su más reciente lanzamiento en Silencio Records, «Press Esc», un track que encapsula gran parte del ADN sonoro de NIZ. La pieza puede interpretarse como un oxímoron musical, donde coexisten dos universos conceptualmente opuestos: el trance y el techno, lo emocional y lo racional. Sin embargo, lejos de entrar en conflicto, estos elementos se entrelazan de forma armoniosa, dando como resultado una obra coherente y poderosa.
Ninu BRT: el alquimista del hardtrance
Si alguien ha encarnado el espíritu ITT y la militancia sonora de Future, ese es 🔎Ninu BRT. Pinchando exclusivamente en vinilo, Albert Santamaria no solo colecciona rarezas imposibles, sino que las convierte en relatos sonoros donde el hardtrance, el acid y los ecos psicodélicos se entrelazan como visiones febriles en mitad de la pista. Su selección está tejida con criterio arqueológico y visión futurista, moviéndose entre joyas del catálogo Bonzai y white labels rescatados del olvido rave. En esta ocasión, su set no será solo una actuación: será una clase magistral de cómo la música de club puede ser también archivo, resistencia y lenguaje.

Sincro: el residente que nunca se repite
Decir que 🔎Sincro es parte del ADN de Future es quedarse corto. Su trayectoria, que arranca a mediados de los noventa y atraviesa la escena makina, el techno progresivo y el hardtrance más ácido, es testimonio vivo de evolución y coherencia. Lo suyo es el control del tempo emocional de la pista: sabe cuándo golpear, cuándo soltar tensión, y cómo construir un relato que no se rinde a la inmediatez. Su set en vinilo es siempre un statement: aquí se respeta el craft, se conoce la historia y se vive la música como acto físico. Cada aparición suya en cabina es un reencuentro con la raíz.
Future: más que una fiesta, un método
Lo que Future sigue demostrando en cada evento es que el clubbing puede ser contracultura. En tiempos donde abundan los DJs de playlist y los eventos domesticados, su propuesta apuesta por el riesgo curatorial, el dominio técnico y una fidelidad férrea al sonido analógico. Nada de filtros de Instagram ni luces artificiales: solo vinilo, sudor y una conexión espiritual con la pista.
Este 22 de noviembre en The Garage Club no se celebra solo una noche más de música: se enciende una antorcha generacional, un espacio de transmisión, una comunión entre quienes aún creen en la pista como territorio de libertad radical.
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